El Club de Ginebra, ante las recientes demostraciones de fragilidad del sistema judicial y ante el inminente peligro de un grave conflicto social, hace público el siguiente reclamo:
Una gran preocupación ha invadido el alma de todos los bolivianos en estos últimos meses y en particular en estos últimos días.
Con profunda tristeza, los miembros del Club de Ginebra, vemos consternados la evolución vertiginosa de los últimos acontecimientos tanto en el campo de los procesos electorales como en el del ejercicio del poder y la administración de justicia. Este sentimiento nos lleva a lanzar un grito de alerta en defensa de la democracia y de la estabilidad del país. Sólo una justicia independiente e imparcial y un ejercicio del poder respetuoso del estado de derecho permitirán una coexistencia pacífica entre todos los bolivianos, cualquiera sea nuestra orientación política. El Club de Ginebra reclama enfáticamente un cambio de actitud en este sentido por parte de nuestros gobernantes, y les recuerda la solemne promesa que hicieron al pueblo de Bolivia:
"¿Jura por la Patria, ... desempeñar las altas funciones de presidente de Bolivia en estricto cumplimiento de la Constitución Política del Estado y las leyes del Estado Plurinacional de Bolivia?”
“si así lo hace, que ...y el pueblo boliviano lo premien, caso contrario, lo castiguen."
Esta sentencia resuena aún en el corazón de todos los bolivianos, junto con estas palabras otrora esperanzadoras:
“...los bolivianos debemos superar la división, el odio, el racismo, la discriminación entre compatriotas. Ya no más persecución a la libertad de expresión, ya no más judicialización de la política...” (David Choquehuanca)
que aparentemente han perdido valor para nuestros gobernantes, pero no para el resto de los bolivianos que buscamos un país armonioso y próspero, de todos y para todos. Pedimos el cese de toda persecución política y el respeto de los derechos fundamentales de todos y cada uno de los bolivianos. En particular nos preocupa el tratamiento inhumano y oscuro del que sufre la expresidenta Jeanine Añez, como exautoridad máxima del estado, como ciudadana boliviana, como madre y como mujer.
Cuando la libertad, la seguridad individual y colectiva, la justicia y el respeto ciudadano se ven vulnerados por las personas en cuyas manos hemos puesto los destinos del país, ya no es posible pensar en el bienestar común, ya no es posible pensar en el “buen vivir”. Bolivia está viviendo una encrucijada histórica y estamos a tiempo de salvar la democracia, para salvar al mismo tiempo el destino de este maravilloso país.
Ese destino está en manos de nuestros gobernantes, pero está sobre todo en las manos de “TODOS” los bolivianos, que tenemos los ojos puestos en su accionar, porque recordamos cada día nuestra responsabilidad de reclamar esa justicia prometida, para nosotros y para las futuras generaciones. Recordamos cada día esa sentencia esencial:
“si así lo hace, que ...y el pueblo boliviano lo premien, caso contrario, lo castiguen."
Reflexionemos con humildad todos, gobernantes y gobernados, sobre el significado de los mensajes que nos llegan de los organismos internacionales (Organización de las Naciones Unidas, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Iglesia Católica, Unión Europea, Organización de los Estados Americanos entre otros), que siguen con atención y preocupación los acontecimientos que Bolivia muestra día a día, como una vitrina abierta al mundo. Sólo con humildad sabremos aprender de nuestros errores.
Finalmente instamos a nuestros líderes políticos a sentarse en la mesa de diálogo para encontrar una solución consensuada y evitar que las tensiones actuales degeneren y creen aún mayor división en el país. Que ambas alas del cóndor puedan por fin desplegarse para permitir ese vuelo que tanto se hace esperar. Esto solo será posible si nos centramos en puntos de convergencia y de unidad: estado de derecho, justicia, democracia, paz, escucha y confraternidad.
Ginebra, 19 de marzo de 2021
Comments